Odio estar sin ti...

Odio esa terrible sensación de abrir los ojos por la mañana y saber que no te voy a ver en unas pocas horas.

Odio acostarme con el único deseo de soñar contigo y que tú ni siquiera aparezcas en mis sueños.

Odio no tenerte cerca, no poder tocarte, no poder besarte, no poder ver cómo te quedas mirándome y me sonríes.

Odio no poder hablarte en cualquier momento aunque sólo sea para decirte que te quiero con locura y que no puedo vivir sin ti.

Me paso el día pegada al teléfono deseando que suene y que seas tú pero odio la sensación de vacío que me queda cada vez que colgamos.

Odio emparanoyarme tanto pensando que te vas a olvidar de mí, que no vas a estar igual conmigo cuando volvamos a vernos, que no me vas a querer como me querías antes.

Odio cada día que paso sin ti porque sé que, al final, cualquier día que no esté a tu lado no es más que un día perdido…

Aquí estoy para cuando quieras volver...

Últimamente apenas te reconozco, apenas nos reconocemos… No sé qué es eso tan fuerte que ha hecho cambiar las cosas de esta manera, no sé ni el cómo ni el  porqué, pero sí sé que ha pasado…

No sé en qué momento la palabra dada dejó de ser importante… Sé cuándo fue el inicio de las promesas rotas pero no sé cuál fue el motivo…

No sé por qué hay que hacer las cosas tan mal, no sé por qué se toman decisiones y no se es capaz de preguntar a los afectados por las consecuencias, por los “daños colaterales” que sí, siempre existen…

No sé por qué disfrazas de verbena permanente lo que estás sintiendo cuando tú y yo sabemos lo que hay en el fondo de todo…

Aquí queda para cuando quieras darte cuenta la amiga que soy, la que más se alegra de tus triunfos y más sufre con tus fracasos, la que nunca ha roto una promesa, la que te quiere sin condiciones porque eso es la amistad, la que haría cualquier cosa por ti, la que ha estado ahí siempre a pesar de tus desplantes, de tus idas y venidas. Aquí estoy para cuando quieras volver…

Vivir de otra manera...

Cómo me gustaría haber nacido de otra manera… Ojalá me hubieran educado para salir adelante en el mundo de hienas en el que vivo y no en un mundo lleno de valores que hoy no sirven para nada…

Me encantaría dominar las situaciones, tener la sangre fría de pensar esto es lo que me apetece a mí y lo hago y me da igual lo que piensen los otros, lo que esperen de mí, lo que sientan otras personas…

Qué increíble sería no pasarme la vida sintiendo que me ahogan demasiado, tanto que casi no puedo respirar… que tensan la cuerda más de lo debido, que tiran y tiran de ella hasta que un día se rompa y ya nadie pueda hacer nada de nada…

Cómo necesito tener a mi lado a esas personas por las que haría cualquier cosa, sí, lo que fuera necesario… Y que de verdad me comprendan, que me valoren, que estén conmigo y no contra mí, que me acepten como soy,  que me digan me quedo contigo pase lo que pase porque tú eres importante para mí…

Qué feliz sería si al despertarme una mañana mi vida fuera de otra manera, si consiguiera por fin sentir menos de lo que siento, dar menos de lo que doy, recibir más de lo que recibo, perdonar menos de lo que perdono y olvidar menos de lo que olvido…

Sólo tú eres el culpable...

Tú eres el culpable de que, aunque me acueste tarde, me levante todos los días con una sonrisa enorme. Tú haces que abra los ojos pensando sólo en ti y eso me encanta…

Tú eres el culpable de que esté feliz a todas horas, de que me digan: qué sonriente estás, Marta!, de que todo el mundo se dé cuenta de que si tú estás conmigo todo me sale bien…

Tú eres el culpable de que no pueda concentrarme en absolutamente nada, de que esté pensando siempre en estar contigo, de esa necesidad constante que tengo de verte, de tocarte, de sentirte…

Tú eres el culpable de que haya sido capaz de hacer cosas que parecían imposibles para mí… Tú me has dado fuerzas para hacerlas aunque probablemente ni te hayas dado cuenta. Tú lo haces todo fácil, todo bonito, todo a tu manera…

Tú eres el culpable de la mayoría de las cosas buenas que me pasan últimamente, culpable de tenerme tan loca por ti, tan ilusionada por lo nuestro, tan enamorada…

Tú y sólo tú eres el culpable de que mi corazón, mi cabeza y mi piel no tengan más que un dueño: sólo tú. 

Vivir con miedo...

Vivimos un día tras otro con el miedo metido en el cuerpo, con la horrible sensación de no acertar nunca…

Miedo a querer, a entregarnos a alguien porque cada vez que lo has hecho lo único que has conseguido es que te hagan daño…

Mucho miedo a ser como es cada uno pensando si no le gustará a la otra persona la forma en que te comportas…

Miedo a decir lo que sientes en cada momento por si puedes molestar, por si no es esa la frase exacta que esperaban de ti en ese preciso instante…

Miedo a los silencios porque si los rompes malo y si los mantienes peor…

Miedo a no saber cómo actuar en cada momento porque quizá tu actitud de ese instante no pueda parecer la correcta…

Miedo a escuchar que la magia se está acabando…

Miedo a que cuando te digan tenemos que hablar sea para decirte que todo ha terminado…

Miedo a que te digan una vez más que no!

Miedo a quedarnos solos, a no tener a nuestro lado a esa persona por la que hemos dado todo, por la que hemos hecho imposibles aunque nunca se nos reconozcan…

Qué extraña e insoportable es la sensación de vivir con miedo...

¡Te quiero, amor!

¿Sabes qué es lo que más me fascina de ti? Cómo piensas, cómo eres, cómo actúas, cada cosa que dices o haces… A tu lado me siento más viva que nunca, me sorprende a mí misma la ilusión que tengo por empezar cada día, mi emoción cada vez que pienso en volver a verte, las mariposas en el estómago cuando te diriges a mí, cuando me rozas aunque sólo sea para quitarme el pelo de la cara… Los nervios de verte, ese olor a ti que se queda permanente en mis manos y que no puedo dejar de aspirar cuando tú no estás conmigo… La necesidad constante de verte, de estar contigo… Las cosas que ya hemos vivido juntos y todas las que nos quedan por vivir, la sensación que tengo cuando estamos solos, cuando hacemos planes de ir a tal o cual sitio o cuando no sabemos qué hacer y no importa porque lo único que de verdad queremos es estar juntos… Tú no sabes cómo me haces sentir, cómo me conquistó tu naturalidad, tu manera de decir todo lo que se te pasa por la cabeza, sea lo que sea… Cómo me haces reír, cómo disfruto de ti, cómo disfruto contigo… Nunca me he sentido tan libre como me siento a tu lado, aunque en verdad no quiero la libertad… Mi corazón está lleno de ti y mi cabeza está llena de las mismas cosas que tú piensas. La vida es mucho mejor entre tus brazos… Y cada cosa que hago tiene un pedazo de ti porque tú estás siempre en mi mente y en mi corazón… ¡TE AMO!

Te espero...

¡Espabila! ¡Que ya va siendo hora!

Las oportunidades hay que aprovecharlas porque, si no, desaparecen tan rápido como han llegado…

Y la vida hay que vivirla, cogerla con ganas, exprimirla, dejar a un lado lo que la cabeza mande y no asustarse por lo que siente tu corazón…

¡Despierta! Que no basta con querer ser feliz, que la felicidad, aunque todo el mundo la quiere… muy pocos saben encontrarla…