Tú eres el culpable de que, aunque me acueste tarde, me
levante todos los días con una sonrisa enorme. Tú haces que abra los ojos
pensando sólo en ti y eso me encanta…
Tú eres el culpable de que esté feliz a todas horas, de que
me digan: qué sonriente estás, Marta!, de que todo el mundo se dé cuenta de que
si tú estás conmigo todo me sale bien…
Tú eres el culpable de que no pueda concentrarme en
absolutamente nada, de que esté pensando siempre en estar contigo, de esa
necesidad constante que tengo de verte, de tocarte, de sentirte…
Tú eres el culpable de que haya sido capaz de hacer cosas
que parecían imposibles para mí… Tú me has dado fuerzas para hacerlas aunque
probablemente ni te hayas dado cuenta. Tú lo haces todo fácil, todo bonito,
todo a tu manera…
Tú eres el culpable de la mayoría de las cosas buenas que me pasan
últimamente, culpable de tenerme tan loca por ti, tan ilusionada por lo
nuestro, tan enamorada…
Tú y sólo tú eres el culpable de que mi corazón, mi cabeza y
mi piel no tengan más que un dueño: sólo tú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario